Todas las primaveras y veranos de mi infancia tuve la oportunidad de observar multitud de escarabajos y otros animales en el lugar de vacaciones familiar, en lo que entonces era un paraje natural de litoral, un ecosistema dunar bañado por el océano atlántico. Me pasaba los días a pleno sol buscando bichos, entre los que recuerdo con cariño a los tenebriónidos y escarabeidos típicos de zonas costeras y los impresionantes carábidos y cicindélidos predadores de entornos áridos. Cuando caía la noche llamaban la atención las enormes nubes de insectos que se formaban alrededor de las escasas luces artificiales, donde destacaban los grandes esfíngidos, mántidos y gigantes escarabajos acuáticos que revoloteaban frenéticamente alrededor de ellas. Aquello era un paraíso rebosante de vida, pudiéndose incluir en la lista de animales al alcance de la mano de un crío, multitud de reptiles y anfibios de los campos colindantes.
Desgraciadamente toda aquella belleza se fue desvaneciendo, mucho más rápido de lo que la razón podía asimilar. Con el avance de la urbanización en primera línea de costa, los campos de golf a sus espaldas, junto con toda clase de contaminación inimaginable que suponía el proyecto, la vida se fue apagando.
Me preguntaba si solo yo veía lo que estaba pasando, pues todo aquel montaje artificial no podría superar jamás aquella gracia natural, tan frágil y tristemente irreparable. Quizás lo más importante es que no volvería a haber otro niño con tal inquietud, con el enorme privilegio de sentir y disfrutar de ese entorno como yo lo hice.
Me preguntaba si solo yo veía lo que estaba pasando, pues todo aquel montaje artificial no podría superar jamás aquella gracia natural, tan frágil y tristemente irreparable. Quizás lo más importante es que no volvería a haber otro niño con tal inquietud, con el enorme privilegio de sentir y disfrutar de ese entorno como yo lo hice.
Pasé por una etapa de mi vida que detestaba toda fuente de "progreso", no podía mirar sin sentir rabia cualquier terreno baldío donde se fuese a edificar. Fue entonces cuando sentí tanto miedo de no volver a ver jamás aquellas únicas e irrepetibles especies, que empecé a buscar información de cómo disecarlas para al menos conservar para la eternidad el recuerdo de algunos de sus ejemplares.
Curiosamente aquella pérdida de esperanza es lo que me llevó a descubrir la entomología como tal, enamorarme de su sistemática y del trabajo de campo durante años. En este ámbito tuve la suerte de cumplir un sueño presente desde la niñez, "descubrir una nueva especie".
Actualmente desalentado y ligeramente resignado por la imparable degradación del medio natural, con un efecto apreciable en nuestra entomofauna año tras año y un impacto descomunal e intolerable en un periodo insignificante de 20 años, decidí centrarme mayormente en la cría en cautividad de los escarabajos más impresionantes del planeta, evadiéndome momentáneamente del desastre ecológico global que ocurre fuera de la habitación de cría.
Aun recuerdo con ternura y cariño la primera vez que tuve en la mano un cerambyx cerdo, o la impresion de encontrar un pseudolucanus barbarosa en la sierra de Madrid. No sabes como entiendo lo que expresas... Ojalá respetaramos mas a estas hermosas criaturas
ResponderEliminarHola, me gustaría iniciarme en la cría, en cautividad, de escarabajos. He visto su blog y me gustaría, si no le importa, me orientarse y aconsejaste, en este campo pareciendo ser apasionante. Sin más, enviándole un saludo. César. Mi teléfono y wasaph por si quiere ponerse en contacto conmigo, es:652152556. Gracias.
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