Me he dado cuenta a lo largo del tiempo, que uno de los factores más importantes para la cría exitosa de estas especies es la temperatura, entre 22-25 grados será óptima. Obviamente también podemos conseguir que se reproduzcan en un rango más amplio, aunque quizás obteniendo menos descendencia y peores resultados.
Eudicella aethiopica macho (izquierda) frente a Cyprolais hornimani macho (derecha) |
A pesar de que se tratan de especies muy similares, hasta tal punto que Cyprolais era considerado una Eudicella y posteriormente se trató como un súbgenero de la misma: Eudicella (Cyprolais) hornimani; voy a intentar describir rápidamente las diferencias más apreciables de comportamiento y de ciclo biológico.
La Eudicella aethiopica es un cetónido más robusto y vigoroso que Cyprolais, con unas patas más fuertes, en general más enérgico y activo durante el día con un comportamiento algo más temperamental. Creo esta actividad acelerada produce mayor desgaste y por tanto hace a la E. aethiopica menos longeva en su etapa adulta que su compañero.
C. hornimani además de tener una mayor esperanza de vida, tiene un ciclo larvario más corto. En mi caso lo he llegado a cerrar desde huevo a adulto en apenas 6 meses, cuando normalmente el tiempo estipulado es de 8-10 meses. Para la E. aethiopica de 8 a 10 meses sería una duración completamente normal.
Últimamente estoy consiguiendo cerrar los ciclos biológicos bastante rápido y creo que se debe a una temperatura estable sin bajadas ni subidas durante todo el año, es un ejemplo más de lo que comentaba al principio sobre la importancia de la temperatura.
También quiero hablar sobre el grado de canibalismo de ambas especies, en este tema quiero hacer un inciso antes de concretar, pues generalmente hay mucha confusión. Si tomamos por canibalismo el acto de un individuo al alimentarse de otro de su misma especie, entonces todas las especies de escarabajos que mantenemos en cautividad son caníbales. Normalmente cualquier resto orgánico procedente de otro individuo es aprovechado por nuestros escarabajos debido a su alto contenido proteico, ya que de otra manera no pueden obtener esta valiosa molécula (a no ser que usemos proteínas como aditivos).
He visto adultos alimentándose de otros adultos que han muerto de manera natural o tras una agresión; adultos alimentándose de sus larvas; larvas que después un enfrentamiento han salido gravemente heridas y tras su muerte han sido devoradas por sus congéneres, incluso larvas de Pachnoda que al no tener alimento se han introducido en el cocoon de una hermana para comérsela.
Si observáis estos comportamientos que he citado, ninguno de ellos es de depredación estrictamente, todos son de algún modo de supervivencia.
Quizás puedo citar algunos casos de verdadera depredación, como es el de las larvas de Goliathus, las cuales necesitan tal cantidad de proteínas en su dieta que se han convertido en verdaderas cazadoras mostrando modificaciones evolutivas en sus patas que le ayudan en esta tarea según algunos autores.
O el de muchas hembras adultas de lucánidos, que en algunos casos, cuando encuentran a una de sus larvas, las matan con sus mandíbulas para comérselas y compensar el déficit de nutrientes que conlleva la ardua tarea de oviposición.
En general creo que se confunde el término canibalismo con depredación caníbal salvo en estos acontecimientos y otros pocos más. Sin embargo, sí podemos hablar claramente de especies cuyas larvas son sensibles al estrés producido por la falta de espacio o alimento, que acaban muriendo por enfermedades producidas por la continua tensión a la que están sometidas al no estar en un entorno adecuado, o por alguna herida producida por la mordida de otra larva que se encuentra en la misma situación de estrés. Tras la muerte del individuo, (por estos motivos ajenos a un comportamiento predatorio), el resto de congéneres aprovechan su cuerpo o simplemente acaba desapareciendo al descomponerse por otros organismos.
Después de este tipo de sucesos, tras observar que faltan larvas en el recipiente donde las mantenemos, resumimos estas cuestiones diciendo que presentan un grado de canibalismo u otro.
Expuesto esto, es sabido que el género Eudicella presenta un gran componente caníbal en los inicios de la larva (L1-L2), que llegadas a L3 prácticamente desaparece. Llegaría a decir incluso, que durante su etapa más tempranas presenta un comportamiento depredador hacía sus congéneres, por lo que debemos ser mucho más precavidos proporcionándoles una buena cantidad de sustrato para evitar excesivos encuentros en este momento delicado si no queremos ir teniendo "desapariciones".
La ventaja de la C. hornimanni es el poco o nulo canibalismo que presentan, al menos 7 larvas por cada 2 litros estarán completamente a gusto, siempre y cuando cambiemos el sustrato tras unos pocos meses cuando veamos un exceso de excrementos, pues al igual que casi todos los cetónidos presentan un metabolismo tremendamente acelerado.
Grupo de cría de Cyprolais hornimani alimentándose de un plátano maduro. |
Realmente ambas especies son aptas para principiantes, de hecho recuerdo con cariño a la Eudicella aethiopica, fué el primer escarabajo que tuve hace años cuando empecé a adentrarme en el hobby. A pesar de ello, no resultaba para nada complicado, incluso bajo el desconocimiento, la cepa que mantuve resistía duramente ante condiciones que actualmente pondría en entredicho.
Grupo de cría de Eudicella aethiopica alimentándose de un plátano maduro. |
Yo creo que a la hora de decantarse por una especie u otra es una cuestión claramente de gustos. Al igual que al elegir otras especies dentro de ambos géneros, pues cada una presenta una coloración distinta, a cada cual más atractiva.
Recalcar también la importancia de criar cada especie en terrarios por separado, pues muchas especies de Eudicella pueden hibridar fácilmente y la belleza de esta afición es mantener "pura" la genética de nuestros animales.
Grupo de cría de Eudicella aethiopica. |
En cuanto al terrario o cajón de cría de los adultos un volumen de 30 litros (30x30x30cm aproximadamente) puede ser suficiente para un grupo de cría de 3 a 6 individuos.
El sustrato se debe tener una altura de unos 15-20cm, se debe componer de humus de hoja caduca fundamentalmente y si queremos enriquecerlo con más materia vegetal como flake soil o madera en descomposición podemos hacerlo hasta el 50% del volumen según mi experiencia. Realmente esto no será necesario, pues un humus de hoja caduca tendrá un aporte nutritivo más que suficiente para estos cetónidos de talla pequeña/mediana. No obstante un sustrato muy nutritivo siempre es de agradecer y nuestros escarabajos saldrán con buen tamaño y cornamenta.
Aquí vienen algunos trucos del post: Si no disponemos de mucha cantidad de humus o nos resulta complicado conseguirlo, podemos hacer una mezcla con una buena proporción de mantillo negro para plantas que podemos encontrar en las tiendas de jardinería. Nos aseguraremos que este libre de abonos, químicos y pesticidas. El mantillo contiene menos materia vegetal, pero con una pequeña mezcla de humus o madera podrida caduca llegaremos a unos buenos niveles de nutrientes para este tipo de escarabajos.
Además conseguiremos de esta manera que la mezcla sea aún más fina y suave por lo que será muy atractiva para las puestas.
Aclaro que esta composición de sustrato sólo es aplicable para este tipo de especies, pues me preguntan a menudo si se puede usar mantillo para criar dynástidos (especies tan exigentes como los Dynastes etc) o lúcanidos. Claramente no se puede ni se debe intentar.
También preguntan por otros materiales como la turba rubia (Sphagnun seco), fibra de coco, madera de pino, serrín para mascotas... a cada cosa más rara. No utilicéis nada de esto como sustrato bajo ningún concepto, nuestras larvas no pueden sacar ningún nutriente de estos elementos, sería como echarlas en arena de playa.
También me gustaría recordar como premisa fundamental que la materia vegetal que utilizamos como sustrato debe estar estrictamente podrida, en el caso contrario no podrá ser digerida por las larvas. Cuando menciono humus de hoja, la palabra "humus" implica que la materia orgánica esta en proceso de descomposición. Por ello cuando menciono "madera" la acompaño siempre de la palabra "podrida", es decir, esta se debe poder deshacer fácilmente con las manos sin necesidad de usar cualquier tipo de herramienta.
Tampoco es lo mismo hojas podridas que hojas secas (las cuales están muertas y deshidratas simplemente pero no en descomposición).
Después de este inciso sigo con otro gran truco para conseguir un sustrato ideal para puestas. Agregaremos a nuestra mezcla una pequeña porción de sustrato que hayan utilizado anteriormente las larvas de estas especies y que contenga gran cantidad de excrementos. Este normalmente tiene un fuerte olor a amoniaco e indica a las hembras con su textura y olor que es un buen lugar para criar, pues son indicios de que muchas larvas se están criando correctamente ahí. Algunos autores afirman que lo que detecta la hembra es una hormona que producen las larvas y activa la oviposición (la puesta de huevos).
Larva L1 (izquierda) huevo (derecha) de Cyprolais hornimani. |
Recomendaría comenzar la búsqueda al mes y medio o dos meses, para dejar un margen de tiempo adecuado en el caso que queramos recoger y separar a nuestras larvas en otros recipientes.
Como siempre conseguiremos de esta manera evitar canibalismo o aplastamiento de las
diminutas larvas por los adultos al excavar.
Manchas de pilosidad anaranjada en Eudicella tetraspilota euthalia (ejemplares de Israel Vázquez Durán) |
En la imagen de la izquierda observamos unas larvas de Eudicella tetraspilota euthalia con unas manchas de pilosidad anaranjada situada en los últimos segmentos de la zona dorsal. Esta característica es típica del género Eudicella y con ella podremos diferenciarlas de otros géneros en el estado larvario avanzado de forma fiable.
Además en el caso de querer sexarlas, el "órgano de Harold" es claramente visible en los machos, los cuales poseen un punto negro bien marcado. (ver el sexado del escarabajo y la larva)
Larvas L3 de Cyprolais hornimani |
Larvas L1 y huevo de Eudicella aethiopica en la palma de la mano. |
En la imagen superior apreciamos que las larvas de Cyprolais hornimani no poseen la marcada mancha de pilosidad anaranjada del género Eudicella. El "órgano de Harold" no es visible a simple vista, sólo bajo una lupa binocular podremos vislumbrarlo con un poco de dificultad.
Cocoons de Cyprolais hornimani |
Si estamos impacientes y queremos ver el interior del cocoon para asegurarnos que todo marcha bien, podemos practicar una pequeña "ventanita" en un polo de estos capullos ovalados. A continuación los colocaremos sobre la superficie del sustrato para que no les entre tierra. El ambiente debe tener algo de humedad y no resecarse. Como he comentado en algún post, el porcentaje de humedad debe ser algo más bajo durante la metamorfosis de los cetónidos africanos generalmente, por ello el hecho de colocarlos en la superficie controlando la humedad no les afectará.
Por último me gustaría tocar el asunto de las subespecies de Cyprolais hornimani. Siempre hablo de un correcto intercambio y pureza genética, pero con esta especie nos encontramos con un percance, puesto que habitualmente las variedades subespecíficas no estás concretadas por los criadores, quizás debido a una falta de literatura actual, clara y comprensible sobre este género. Es probable que muchas de las subespecies de C. hornimani estén ya hibridadas en cautividad y al ser una especie prolífica y común en el mercado no parece haber mucho interés por arreglar este asunto. Seguramente conforme la afición evolucione, los entusiastas de estos escarabajos serán más exigentes y los conocimientos sobre esta especie avanzarán en el hobby.
De todas maneras, dejo aquí el apunte de las subespecies existentes de Cyprolais hornimani, por cierto sinonimia del obsoleto Coelorrhina hornimani:
- Cyprolais hornimani collinsi Allard, 1982.
- Cyprolais hornimani elgonensis Allard, 1983.
- Cyprolais hornimani lerui Allard, 1993.
- Cyprolais hornimani nathaliae Allard, 1988.
- Cyprolais hornimani quadripunctata Allard, 1985.
- Cyprolais hornimani reducta Allard, 1991.
- Cyprolais hornimani rougeoti Allard, 1991.
- Cyprolais hornimani ruficeps Kolbe, 1884.
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